Una mujer llamada Mary Toft, de origen humilde, casada y con 3 hijos, viviendo en el condado de Surrey, Inglaterra, aseguró que dió a luz 17 conejos.
Mary tuvo un embararazo complicado, y cuando llegó el médico le mostró un muñón de conejo, que en un principio se dijo de gato. Con los días, partes de animal fueron expuestas una y otra vez. Perplejo, el galeno inició una ronda de consultas. Los profesionales aportaron distintas teorías, según Mary el ver un conejo la fascinó de tal modo que empezó a parir partes del bicho.
Como una bola la historia comenzó a crecer y crecer, tanto que los diarios se hacían eco, y la fama de la mujer se iba para arriba. Los médicos que la atendían observaban a Mary retorcerse y sacar a luz un trozo de animal, y especulaban sesudamente en que proceso se habría metido la madre naturaleza.
El mismo Rey envió a su cirujano a investigar. El médico descubre que las partes paridas por Mary estaban cortadas con algo filoso como un cuchillo.
Mary llega a Londres casi como una celebridad, pero se le venía la noche. Entretanto era estudiada en una clínica privada, hasta políticos veían en Mary algo así como una enviada divina, y salvo excepciones, todos esperaban que diera a luz más porciones de conejo.
Lamentablemente, Mary no daba a luz ni minga, y se vió obligada a confesar como se metió en la panza desde trozos de carne, hasta una cabeza de conejo. Fue detenida y procesada, pero al enterarse la prensa, la burla hacia los médicos que se creyeron el asunto fueron crueles. Hubo médicos que nunca se recuperaron, y cayeron en absoluta desgracia.
Mary estuvo detenida un tiempito, en que le hicieron un retrato sosteniendo un conejo en el regazo. Sin pruebas contra ella, fue absuelta (creo que más por un "andate y no vuelvas") Finalmente retornó a su poblado sin haber ganado nada desde el punto de vista económico.
Esto pasó en 1726, el primer caso registrado de una burla suprema a un sector que se la da de sabihondo.
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