jueves, 13 de mayo de 2010

Encuentra “cara demoníaca” en sus peras en conserva


Soy el monstruo de la pera y te voy a enlataaaaaaar

Que a alguien se le aparezca su divinidad en su comida es bien recibido, incluso se considera algo de buena suerte. Sin embargo… ¿qué pasa cuando se aparece una maligna y terrible cara?

Lo que estáis viendo ahí arriba es la monstruosa pera que se le apareció a Wendy McMahon, de Nueva Zelanda, la noche del 1 de mayo.

Tan tranquila estaba en su casa cuando, de repente, sintió un antojo de peras. Revolvió la estantería y encontró una lata de la marca Budget, la abrió delicadamente, tomó una primera ración, volcó el resto del contenido en un plato…

… y allí estaba lo que ella describe como “una cara demoníaca” que a nosotros se nos antoja una calavera o el rostro de Voldemort con dientes de conejo. Asustada, hizo lo que se supone que debe hacer cualquier persona que se encuentra con un ente terrorífico en su comida: llamar al teléfono del consumidor de la compañía comerciante. Sin embargo le respondió una grabación, cosa que le frustró.

Y como persona frustrada y decepcionada con un servicio al consumidor hizo lo más lógico: colgar fotografías de la pera en facebook y otras redes sociales.

El lunes pasado Wendy recibía una llamada de la compañía que comercializa las peras que aseguraba que todo eso no era posible y que quizá la señora McMahon estaba mintiendo.

Eso enejó todavía más a Wendy. ¿Cómo puede una humilde mujer temerosa de Dios tallar en una pera la faz de aquel que no puede ser nombrado? No sabemos si teniendo en cuenta ese argumento o el hecho de que la fotografía estaba en varias redes sociales, la marca decidió dejar de acusar a Wendy y procedió a indemnizarla… con un bono de 15 dólares (unos 11 Euros).

Por supuesto, aquelló no bastó a McMahon, que volvió a llamar a la compañía. Esa vez le atendió una telefonista que le dijo que la responsable la llamaría en cuanto pudiese.Y la responsable llamó exigiendo que enviasen la pera de la discordia. Wendy la envió y a los pocos días recibió respuesta de la compañía que aseguraba que aquello no podía ser, que la planta de China donde se procesan las peras está sometida a severos controles, pero que, por las molestias, le enviarían un bono de 30 Euros.

Claro está, Wendy no está satisfecha y jura que su batalla contra las fuerzas frutales del mal continuará. A ver cómo termina la cosa.

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NOTA PERSONAL : Creo que esa fruta estaba caducada, la probó y se le aparecio la cara demoniaca... chaaaaaaaaaa

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