Esta noticia puede suponer para muchos un dilema moral porque, por un lado, condenas lo ocurrido pero, por otro, entiendes al que llevó a cabo la acción.
Os contamos: Estamos en 2004, en un supermercado de Erie County, Pennsylvania (EE.UU.): La señora Juliano y su nieta de 12 años se encuentran en la caja, pasando su compra. No sabemos por qué la niña se pone insoportable (si habéis trabajado cara al público seguro que habéis sufrido a algún infante así alguna vez) hasta tal punto que la cajera acaba de los nervios y, en un ataque de ira, llama a la pequeña demonio “gruñona” y le apunta con el escáner para precios a la cara.
Pues bien… al parecer la niña, de nombre Dominica, era fotosensible y la agresión le habría quemado parte de la cara, por lo que la familia pide una indemnación, ahora en 2010. Además el “ataque” quedaría del todo injustificado pues la niña tiene síndrome de Tourette, así que, en lugar de a una niña malcriada, la cajera habría atacado a una pobre criatura enferma.
Sin embargo, el abogado del supermercado ya ha declarado que los escáneres tienen LEDs que jamás podrían dañar a una persona ni mucho menos causarle quemaduras. Respecto al strees postraumático y al síndrome de Tourette de la chica no se ha pronunciado todavía.
En fin, que el caso ahora mismo está manos de abogados y jueces.
De todas maneras, si sois cajeros o dependientes, una cosa os decimos: mantened una actitud zen… sobre todo si trabajáis en una carnicería.
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